Entre los seres que habitaban el reino de los cielos, había una muy especial. Su nombre era Amelie, una tímida arcoíris en edad de iniciar la escuela. Ella no se dejaba ver muy a menudo, pues cada vez que lo hacía, los demás habitantes se quedaban mirándola como si fuera de otro planeta. Amelie notaba que sus vecinos no jugaban con ella y cuando salía al firmamento se oían los murmullos de unos con otros, haciéndola poner nerviosa, no podía hablar, ella sudaba y hubiese querido ser invisible.
Cuando llegó la hora de empezar la escuela, Amelie entró en pánico. De solo pensar que debía estar en un sitio cerrado con nubes, gotas de lluvia, estrellas y otros pequeños seres, le entraban unas ganas terribles de ir al baño y sentía que su mundo giraba sin parar.
El primer día de clase, su madre tuvo que obligarla a levantarse y la dejó en el salón de clases entre sollozos. El segundo día se escondió debajo de la cama para no ir a la escuela, sin embargo, este truco no le funcionó. El tercer día, fingió un dolor de estómago, que desapareció tan pronto su madre mencionó ir a visitar al doctor junto a una inyección para quitar el dolor.
A pesar de todo, Amelie disfrutaba aprender cosas nuevas todos los días, se maravillaba con las letras, los números y le encantaba recortar. Su manera de estudiar era diferente a la de sus compañeros, mientras ellos pintaban el cielo color azul, ella lo coloreaba rosado con pintas amarillas. Cuando la profesora pedía recortar palabras que empezaran con la A, las pequeñas criaturas escogían Azul, Abeja, Araña o Árbol. Por el contrario, Amelie escogía Alma, Amanecer, Amor.
Su inteligencia no pasó desapercibida para su profesora ni para sus compañeros de clase. Sin embargo, los pequeños no sabían cómo comportarse con ella, así que optaban por ignorarla.
Una mañana que caía una lluvia torrencial, las estrellas se dirigían a clase, cuando se encontraron con el camino bloqueado. La presencia de un montón de nubes impedía el paso a la escuela. Amelie, caminaba por la misma calle que las estrellas, así que cuando las vio tiritando de frío no dudó en parar para ofrecerles su ayuda.
Las estrellas se miraron extrañadas, estaban confundidas ante la ayuda ofrecida por Amelie, pues ella no era su amiga. Las estrellas se reunieron en un círculo para discutir qué debían hacer. Unas no querían que las vieran junto a Amelie, otra tenía mucho frío y quería salir de allí como fuera. Al final la estrella que parecía ser la líder, expuso que Amelie había sido amable al ofrecerles su ayuda y que podrían aprovechar para conversar con ella durante el camino.
El círculo se disolvió, todas miraron a la pequeña arcoíris y al mismo tiempo dijeron “vamos”.
Amelie sin dudarlo, las cubrió a todas e inició el recorrido. De una forma gentil pero segura, se fue abriendo paso entre las nubes, quienes la observaban entre sorprendidas y admiradas.
En el trayecto a la escuela se fueron conversando, de esta manera Amelie se pudo dar cuenta que muchos de sus compañeros de clase la admiraban por tener tan diversos colores y que no se acercaban a ella por temor, pues ella parecía muy inteligente. Era todo lo contrario a lo que ella pensaba.
Amelie por primera vez quiso que todos vieran sus colores y pensó en que ya no quería ser invisible. Cuando llegaron a la escuela, la estrella líder le dijo a Amelie unas palabras que recordaría por el resto de su vida: “Ser diferente no es malo, cada uno tiene algo especial que lo hace único en el mundo”.
Desde ese día Amelie tuvo sus primeras amigas, no serían las únicas, luego vendrían más. Aún faltaban muchas apariciones suyas en el cielo.
Dedicado a una niña muy linda e inteligente. Sus padres viven orgullosos de ella y Amelie muy feliz con ellos.
"Todos somos iguales sin importar el número de cromosomas, lo importante en nuestras vidas es ser humanos, así construimos nuestro mundo a base de amor, comprensión, tolerancia y respeto"
Mildred Niño
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