Esta mañana mamá se levantó muy temprano para ir a su trabajo, como estoy en vacaciones de la escuela, quería jugar con ella a las escondidas. Sin embargo, mientras preparaba el desayuno me conto que tenía una reunión muy importante y no podía llegar tarde. Entonces, se acercó a mí oído para susurrarme que me dejaba una misión ultra secreta. Debía cuidar el queso que ella había comprado ayer y que le había costado un montón de dinero, es que era de otro lado, no recuerdo de dónde y se demoraron haciéndolo un pocotón de tiempo.
Mamá había notado que el queso desaparecía rápidamente de la nevera, ella sabía que a mí casi no me gustaba y papá le había asegurado que él comía solo en el desayuno. La otra posibilidad era que Gastón, nuestro gato, se lo estuviera comiendo. Yo debía descubrir al ladrón del queso, estaba muy emocionado, nunca antes nadie me había pedido algo así.
Me quedé con la nana Mariela, que aunque es muy dulce, ya no le gusta jugar, ella prefiere ver telenovelas. Mientras ella estaba en la sala, yo me escondí detrás del comedor para vigilar el refrigerador. Habían pasado como mil horas y nada pasaba, estaba a punto de dejar el puesto de vigilancia cuando oí unos pasos sigilosos, era Gastón, se aproximaba lento y cauteloso, dio varias vueltas a la cocina y volvió a salir. En ese momento mi estómago crujió, así que fui a coger una manzana del refri y casi me voy de espaldas cuando vi que al queso nuevo de mamá le faltaba un trozo.
Si me preguntan a mí, les diré que a la historia de nuestro niño le falta una parte, yo sí merodeaba en la cocina esta mañana cuando el pedazo de queso desapareció. Pero debo confesarles, que mi olfato felino rastreaba al ratón gigante que habita en un hueco en la cocina. Ese roedor, obviamente, es el que se debe estar robando el queso. Volviendo a la versión de mi amo, lo que faltó que les dijera es que el dejó descuidado el puesto de vigilancia mientras fue al baño a hacer pis, luego se entretuvo jugando un rato en su cuarto y finalmente volvió a su misión. En ese momento el ratón debió aprovechar para robarse el preciado alimento. También debo aclararles, que no pude haber sido yo el ladrón, ya que me encontraba siguiendo a nuestro pequeño detective.
Lo que Gastón dijo no es del todo cierto, yo soy un indefenso y pequeño animalito de no más de diez centímetros, es imposible que yo haya podido abrir el refrigerador y sacar el queso. Además de que en ese momento, me encontraba en el jardín buscando algo de alimento. Es que yo solo entro a la casa de noche, es muy peligroso si me ven los humanos y el gato mentiroso ese. Mamita ratona me tiene prohibido ir de día a la cocina, se los juro.
Cuando mamá llegó y vio su queso partido me llamó entre disgustada y sorprendida. Hijo lindo, quieres explicarme qué pasó con el queso, dijo tratando de controlarse. Yo le expliqué que aún no descubría al ladrón, que debía darme más tiempo.
Justo en ese momento, la nana Mariela entró a la cocina, abrió el refrigerador y partió un pedazo de queso, mientras le decía a mamá: “Ese queso está muy bueno mija, a ver si compras más”.
Espero hayas disfrutado de este relato y lo compartas, tal vez puedes leerlo en la noche a tus hijos antes de dormir y pregúntales si les gustó o que entendieron, seguro ellos te sorprenderán.
- Mildred Niño -
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