Crecí con mis abuelos paternos en Cali, ciudad al suroccidente colombiano con un clima cálido y seco; los días en ese entonces pasaban lentamente y eran una repetición los unos de los otros. Creo que esta es la forma en que se van creando las costumbres, uno hace alguna actividad que resulta de alguna manera placentera y se asegura de que la próxima vez que se hace, sea igual a aquella vez que resultó tan bien; o simplemente es una actividad que se hace de acuerdo a los recursos que se tienen en el momento, pero como es satisfactoria no se intenta cambiar. Un ejemplo claro de esto es mi abuela, su vida giraba en torno a la cocina y a ella le gustaba ir a lo seguro, así que el menú del almuerzo era inamovible.
Era una costumbre que los lunes se almorzara lentejas. Los martes era sopa de arroz, a mi abuela le quedaba deliciosa y siempre la acompañaba con mondongo, miércoles era de espaguetis con carne molida de cerdo, para chuparse los dedos. Los jueves era ajiaco, con sus debidos acompañantes, el infaltable aguacate y alcaparras, los viernes sopa de verduras con carne de res desmechada, los sábados era impajaritable comer frijoles con garra y los domingos el exquisito sancocho vallecaucano (sopa tradicional colombiana de pollo o gallina, si se hace en leña mucho mejor).
Sólo se cambiaba el menú en aquellos domingos en los que se celebraba el cumpleaños de algún miembro de la familia y era este personaje el que determinaba el almuerzo, entonces podíamos degustar algunas viandas como cola de res, milanesa de cerdo o algo internacional como lasaña o paella. Estas celebraciones dominicales también eran una costumbre de mi familia y eran fantásticas, nos reuníamos toda la familia, los señores jugaban cartas, las señoras ayudaban a hacer el almuerzo, los chiquillos corrían de aquí para allá; luego del almuerzo nos deleitábamos con el pastel del cumpleañero, que siempre era proporcionado por una tía segunda que hacía unos pasteles muy innovadores para aquella época, de esta forma ella aseguraba la invitación a estos ágapes.
La costumbre del menú semanal aún sobrevive en casa de mis padres, desafortunadamente la costumbre de las celebraciones dominicales murió hace años, junto con mi abuela. Yo por mi parte ya he creado algunas costumbres en mi familia, los domingos son espaguetis con salsa boloñesa y no se permiten celulares en la mesa durante las comidas.
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