La lámpara parpadea, la cortina oscila debido al gélido viento que se escabulle por la ventana. Es el último recuerdo que tengo de mi cuarto, antes de agarrar una pequeña maleta para irme. Tenía que haberlo hecho hace tiempo, pero no había reunido las fuerzas necesarias para hacerlo.
El, mi esposo, el hombre de mi vida, prontamente se convirtió en mi verdugo. Un día un grito, al otro un manotazo, al otro un golpe. Sin motivos, por todo y por nada aquel hombre se transformaba de pronto en un ser irreconocible a mis ojos, lleno de furia y crueldad.
Los meses pasaron convirtiéndome en un ente sin alma, perturbada, asustada, anulada. Sin embargo, en el fondo de mi ser aún quedaba un poco de cordura. Así fui entendiendo que la única salida era irme de allí, escapar, correr tan lejos como fuera posible. Poco a poco, entre golpe y golpe fui estudiando cuándo y cómo sería el momento ideal.
La tarde del viernes era el día definitivo, él se quedaba tomándose unas cervezas luego de la jornada laboral. Empaqué pocas cosas, solo lo indispensable, ya había comprado un tiquete de bus para otra ciudad. Di una última mirada al cuarto que una vez fue testigo de mi felicidad, entonces la lámpara parpadeó, la cortina se movió y salí con el corazón a mil.
Me dirigía a la puerta, cuando esta se abrió. Era él, era el monstruo. Miró la maleta, sus ojos se volvieron hacía mí. El miedo se apoderó de mi cerebro, pero no era el miedo a otro golpe, era el miedo a no poder salir, era el miedo de quedar atrapada para siempre en ese infierno disfrazado de hogar.
Ahora, los recuerdos en mi cabeza se ven borrosos, no logro esclarecer cómo llego el cuchillo a mi mano, cómo pude acertar, cómo la sangre corría por el suelo sin cesar.
La lámpara parpadea, pero esta vez no es la de mi cuarto, es la de una celda. No agarro una maleta, no pienso en salir. Sólo deambulo por los abismos de mi alma, pensando en que al final todavía no salgo de casa.
La vida tiene un sin fin de aristas las cuales se convierten en una decisión u otra. Cualquier camino que tomes, te hará avanzar, pero asegúrate que lo hagas bien, para que tu camino sea largo y duradero.
- Mildred Niño
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